viernes, 18 de diciembre de 2015

STAR WARS – EL DESPERTAR DE LA FUERZA — ¿VENGANZA…?

A imitación de los afiches clásicos de
Struzan. Un continuismo algo...
forzado
Estrenan hoy la más esperada película del año. De la década, si me apuran. Han pasado diez años desde el primer pase de LA VENGANZA DE LOS SITH. Quién iba a decirlo. ¡Dos lustros, amigos! Febriles fans de todo el globo cuentan ávidos los minutos para ver la proyección, víctimas de dolorosa expectación creada desde el momento en que apareció el comentario más mínimo-nimio en cualquier espacio de internet. Vigilan el minutero atentamente, pasando tan lento LENTO, sin ver cuándo podrán oír la familiar sinfonía de John Williams atronar “estentorosamente” en la sala, desmontando el metraje las películas paralelas montadas en sus calenturientas seseras a base de imágenes y teasers visionados en la red.

Empero, prefiero comentar el que muchos aguardan, con mal disimulado ánimo de revancha, que J.J. Abrams arrase con lo que George Lucas, autor de todo esto, filmó en la trilogía “más reciente”. Aprestando personajes con los cuales crecimos (Han, Leia, Luke, otro siniestro enmascarado, que, por cierto, no se llama Darth, como todo Sith que se precie —mal empezamos, J.J.—…) Abrams espera reconciliar a los warsies “defraudados” por la precuela de Lucas con la Galaxia.

Repasando qué hizo, hasta ahora, con Star Trek (a la que ha sacado del abismo pantanoso en que yacía), tengo claro que Abrams únicamente remozará la “trilogía clásica”, impostándole varios golpes de efecto-genialidad y chispazos de originalidad. Refrescará los libretos, situará la cámara en ángulo distinto, buscando encuadre más espectacular, abrumará con los SFX y esperará, merced a ese regusto a reencuentro-con-lo-clásico, el ¡aplauso! universal.

Que obtendrá, merced a la astuta jugada. ¿No ha funcionado en Star Trek, borrador de cuanto planea hacer con Star Wars? Cogió elementos conocidos, los ha sigloveintiunoactualizado y, con ese retoque, los ha lanzado a la palestra, logrando triunfar. Así, cualquiera, macho. Cúrratelo desde cero. A ver qué sale ahora.

Darth Vader de fin de semana.
¡Y en magnífica compañía!
Mas estoy pensando… si la jugada de Abrams no es tan redonda, deja insatisfecho, no alcanza los estándares esperados… ¿no será la forma de vengarse de Lucas (que en varios campos se ha mostrado visionario, acertando) de todos sus detractores? Un: “Hale, otro ha tocado MI mito. Uno que creíais ‘la nueva esperanza’. Y os ha defraudado. ¿Os parecen ahora legendarios esos Episodios I al III que tanto deploráis? ¿Son admirables AHORA?”

Porque puede pasar. El freakismo funciona así. Empero, por negar su razón a Lucas, admitirán que lo de Abram supera su trabajo, aunque (cosa que no ocurra probablemente, pero está esa posibilidad) hieda a perro muerto y sepa a la más corrosiva hiel…

viernes, 27 de noviembre de 2015

STAR WARS – EPISODES I-II-III

Y todo empezó aquí, hace mucho
tiempo, en un cine lejano,
muy lejano
El inminente estreno de una nueva trilogía, comandada briosamente por J.J. Abrams (por él, ¿no?), en sustitución del creador George Lucas (probablemente, una de las figuras más breadas de la Historia cinematográfica), exacerba al freakeísmo, empantanado “filmando” en sus cerebros películas paralelas (y, por supuesto, mejores a la de Abrams; así, luego, al contraste, sobrevendrán las decepciones) merced a las imágenes servidas en teasers y fotogramas aventurando un espectáculo casi increíble.

Abrams va laminar cuanto Lucas realizó en los ‘polémicos’ “nuevos” Episodios, víctimas de rechazo casi generalizado. No lo entiendo. Toda esta expectación sobre la Trilogía Abrams pudiera terminar siendo un parto de los montes. Ya ha pasado antes: ¿alguien recuerda The Matrix? Esa saga iba a devorar vivito a Lucas y su imperio estelar. Al final, Star Wars sigue marcando estilo, y nadie piensa en The Matrix.

Y también creo que muchos que andan ¡aclamando! a Abrams, apelando al remozado de Star Trek (competente, cuidado), lo hacen no por admirar su talento; sino porque forma parte de la inquina automática, universal, contra Lucas.

Pero había que contar cómo
empezó toda esa magia
¿Qué esperabais de Lucas? Star Wars funciona espectacularmente bien. Sobrevive, supera sagas similares, pues satisface las emociones más básicas del individuo. Emplea recursos que nos han conmovido desde siempre: el galante Mito Artúrico rejuvenecido con bushido y viaje de las tres mil millas (o años luz) procedente del pulp que alimentó las matinés que deleitaron a Lucas durante su juventud.

Apostó por lo tradicional (buenos-contra-malos) convencido de que podía funcionar (no tanto como parece; sin embargo, acertó). Plasmó la historia interminable DE VERDAD: el rescate de la princesa, el ominoso malvado, introdujo elaboradas máquinas inteligentes rivalizando con la brujería nefaria; el honor, el duelo, el pícaro de corazón de oro… Star Trek, el ejemplo inevitable con que comparar, es una fantasía militarista de oficiales tercos al ordenancista Mando, pero por su sesgo de sci-fi hard, agrada a elitistas sectores que la apoyan sin mesura. Aplastando durante el proceso.

Isaac Asimov criticó la secuencia de la taberna de Mos Eisley por su mezcla de parroquianos aliens, que podían proceder de atmósferas y gravedades distintas a la de Tatooine. Era: ilógico. Im-posible.

Sin embargo, Star Trek III recrea secuencia similar y, ahí, ¡todos los jodíos enmascarados extraterrestres encajaban! ¡Mola, macho! ¿Cómo lo comes? Lo censurable en Star Wars es óptimo en Star Trek. ¿Y eso? Pues porque es Star Trek. (Por estos detalles, los trekkies se hacen estomagantes.)

Y continuó ganando calidad
y tenebrosidad
Condeno qué fuerte flagelo ha padecido Lucas por la nueva Trilogía. La abrasión es despiadada, en serio. Palpatine llegó a Emperador de algún modo. Lucas, se han negado apreciárselo, ha debido contar una historia ingrata de sinuosos movimientos traicioneros, efectuados por sujetos de moral nula que pervierten creencias ajenas, persiguiendo un fin: poder omnímodo.

Lucas estaba realizando reflejo de la actualidad norteamericana. George Bush, Jr., y los lobbys que sostenían su gobierno (y, sin duda, el actual), apelaron al miedo fruto del 11/S-2001 para crear una atmósfera que justificara excesos militares, policiales, o intervenciones mundiales tanto en nombre de la Seguridad Nacional como argüían que, así, cortaban de raíz la amenaza, evitando golpease a otros países.

Palpatine gesta un estado de opinión galáctico similar. Mediante prebendas, sobornos y tejemanejes, obtiene apoyos que ayudan a convencer al pueblo que la única opción es la guerra, el control militar y policial de la vasta Galaxia. So pretexto de prevenir el Mal, léase ataques terroristas, vigila cuan Gran Hermano no sólo a la oposición; también al resto del Cosmos.

Los Episodios II y III son muy oscuros. Aún maduros. Y por eso, pese a la fantabulosa pirotecnia de ILM, los barrocos escenarios extraterrestres, etc., han caído mal. Se les masacra a gusto sólo porque recuerdan nuestro desamable día-a-día. Divergen del concepto simple-y-bonito del Bien-contra-el-Mal, lucha emprendida por el paladín en justa defensa del débil oponiéndose al aplastante aparato gubernamental controlado por el oscuro brujo de los Episodios “originales”.

Para terminar mostrando, por fin,
qué pasó para encandilarnos hace
tiempo, en un cine lejano, muy
lejano
Lo tópico es la base del éxito de Star Wars. Curiosamente, cuando Lucas la ha vuelto a aplicar en la nueva Trilogía, se ha tachado de recurso pueril. A ver, espectadores, sesudos críticos: ¿qué esperabais de esos Episodios? Para mí, son vibrantes, incluso.

Un repaso a las pelis clásicas de Star Trek (¿veis que es inevitable la comparación?) permite descubrir que son presuntuosos relatos de la Liga del Pomposo Geriátrico Estelar. ¡Aburren! Carecen del estímulo fantástico y juvenil de Star Wars. Las interpretaciones de Shattner & Cía muerden. Mientras que Star Wars desprende sensación de Gran Cine, esos filmes sueltan tufo a telefilmes presuntuosos.

Debemos agradecer exista Star Wars. De ella ha emanado un fluente caudal de recursos de ocio que, desde luego, en su puñetera vida Star Trek podría proporcionar. Tomaos cinco minutos y meditadlo. Igual, tengo hasta razón. Respeto, pues, por la Saga. Por su creador. Ha hecho soñar como pocos.

martes, 3 de noviembre de 2015

THE MASQUE OF RED DEATH — ROGER CORMAN

Afiche. Eso, miren esa cara
¡Menuda película! ¡MENUDA PELÍCULA! Roger Corman fusiona dos cuentos de Edgar Allan Poe adhiriéndoles pueril adoración diabólica disparatada destinada a asustar a un público fácilmente impresionable merced a una desamable atmósfera de presunto terror en un set neblinoso, por donde paisanos embozados y con túnicas pasean monótonos recitando átonas frases, pretendiendo así apabullarnos aún más, imprimirnos que esto es serio DE VERDAD, que la Muerte misma comparte asiento.

Hoy día esto sólo causa irrisión; aburrimiento; desapego. Todo mérito que haya podido acaparar durante los años esta cinta desaparece ante una rigurosa y cabal crítica imparcial; desnuda las triquiñuelas infantiles que Corman empleó para darnos el susto, los estrafalarios escenarios, panteón de las burdas interpretaciones de los actores.

El principal aliciente lo constituye Vincent Price, alias despótico Príncipe Próspero. Despliega un soberbio histrionismo histérico desmedido en el plató. Impone su elegante corrupción europea ataviado de sátrapa medieval, regente de una fortaleza de cartón piedra y oculto tras el escudo de soldados tan viles como él. Invita a su mesa a una corte de aristocrática gentuza tan faltos de escrúpulos como Próspero, rana pretenciosa ubicada en el centro del estanque de aguas putrefactas, satisfaciendo sus desquiciadas órdenes por humillantes, o absurdas, que sean. Todo vale para contentar al Príncipe, quien les prometió librarles de la plaga que vacía el mundo.

Vincent Price es el Príncipe Próspero, que pasea
su sombrero nuevo de sheriff de Nottingham
El mínimo-nimio cuento de Poe, destacable por los elementos de las extravagantes habitaciones de intensos colores y el ñoño detalle del reloj de fuertes campanadas (tanto Próspero como los restantes integrantes del texto son sombras que el caballero virginiano mueve por el proscenio de su prosa cuan robots, carentes de psicología o particularidad), que interrumpía las orgías de los festejantes mientras dichas horas sonaban (alguna especie de imagen del paso del tiempo; nuestra mortalidad, recordada así, a la fuerza, a quienes intentaban huir de ella), no contiene la chicha con la que Corman extiende su metraje; así que adquiere Hop-Frog, la venganza ardiente del enano no menos medieval sobre los nobles que lo torturaban, corte casi calcada de la de Próspero, así travistiendo la obra del ex cadete de West Point para, a base de risibles escalofríos, sacarnos los cuartos para recuperar la inversión realizada en la producción.

Y como es un villano, se emperra de esta chavala,
pura y virginal, empeñándose en depravarla
Corman era muy de travestir el trabajo de Poe. Tampoco perdonó el de H.P. Lovecraft, que a placer deformó y distorsionó. Travestir sus cuentos evidencia qué escaso respeto por Poe sentía. Hace suponer lo veía como un despojo, despreciable borracho muerto por culpa del alcohol al que saquear sin miramientos porque poco el difunto podía protestar ya. Quizás algunos exégetas quisieran emitir una débil protesta de resonancia limitada. La crítica preferiría recordar, de pasada, que la materia prima era poeiana y atacaría, o destacaría, la interpretación central/general de Price, que no tenía por qué comedirse; la película era barata, y podía aceptar alguna merma salarial a cambio de comportarse como un divo descomedido.

Empero es desdén también el que exhiben los exaltados poeianos, solos o agrupados, al ¡exaltar! y ¡aclamar! estas travestidas cintas de Corman que, a duras penas, dan el entretenimiento que nuestro ocio, tras la lucha diaria, reclama. Deberían impugnarlas, denostarlas, escarnecerlas, no abrazarlas con voluble pasión fanática argumentando que ¡mira tío es la edición DVD Plus Rayos Gamma en caja Hulk a imitación del cutis de Vincent Price!, virtudes por las cuales se les perdona todo.

Flojeando el argumento, metemos acólitos de
Satanás por medio... Eso, o no queremos más
películas como ésta. Antes, ¡la muerte!
¡Esos poeianos! Prepotentes voces airadas-ariscas, de nula autoestima, cortos de entendederas y teatrales amaneramientos, enrocados en lo diminuto de su plaza y conocimiento, que tanto TANTO aman al Maestro, intentando imitarle aun en la última coma, la falta de sentimiento de sus personajes, la trasparencia inapetente e impúber de sus cuentos de fantasmas, produciendo por tanto abortos infames, no literatura, no homenaje, que luego, eso: condonamos el travestismo que Corman hizo de la obra del ¡admirado! porque, primero, la interpretaba Price, luego Corman era un mago de la serie B y con poco, hacía mucho, y después porque… porque… citarlas proporciona la posturita estética con la cual desmarcarse, deslumbrar a la masa inculta.

¡La fiesta de disfraces la gana el bujarrón
disfrazado de Catwoman!
Pero van más lejos, viéndose envueltos en la capa, bajo el sombrero de ala ancha la pálida carita de poeta trágico, tiritando de frío y mono de láudano, esperando levantar exclamaciones de admirativa pena por su bibelot proceder.

La grandeza literaria de Poe queda profundamente humillada tras advertir qué escasa repercusión cinematográfica tiene. Los grandes directores, le ignoran. Poe ha quedado para modelo cursi de cursis, esperpento de mamarrachos que ven en su vida, u obra, drama a imitar; excusa para arrancar el ¡ay! conmiserativo de damiselas bobas prendadas por ese pobrecito poeta incomprendido al que ponen borde del suicidio porque su ‘literatura’, incomprendida, ¡ay!, padece persecución… cuando, en realidad, lo que ha escrito no vale una mierda. ¡Pobre Poe! Capricho de caprichosos.

El único que gana aquí: Corman. Supo rentabilizarle.

miércoles, 28 de octubre de 2015

EDGAR ALLAN POE — REFLEXIÓN

Queda la duda: de morir en la cama,
a edad avanzada, ¿ Poe tendría su
fama actual?
Las semblanzas biográficas de Julio Cortázar o Walter Lenning (o cualquier estudio decente, estimo) arrojan una imagen enferma y pobre del escritor norteamericano. Ahí quiero centrar el presente comentario, en su personalidad, cómo ésta afecta, contamina, engrandece, hace mínima-nimia, su legado literario.

Otro caso interesante es el de Robert E. Howard, considerado loco. Esto, ¿le califica o descalifica como escritor? Como persona, le ha “hundido”. No es de fiar; es un demente. ¿Quién confía en alguien así? (Y tengamos presente lo siguiente: su supuesta ‘locura’ podría ser una extravagancia pasajera mal entendida por un medio rural-religioso de rígidas normas sociales bastante intolerantes.) Su ‘demencia’, ahora, ¿cómo afecta a su obra? ¿Engrandece o empequeñece a Conan, o cualquier otro personaje suyo? Frente a una historia escrita por un autor “más cuerdo”, ¿sus narraciones merecen igual respeto, o sufren instantánea devaluación?

Ejemplo: su estigma de demente es oído/conocido por un editor; apenas ve su nombre, descarta automáticamente el relato (que podría ser grandioso) debido a esa mala fama criada de manera injusta. Esto, insisto, es lo que deseo resaltar en este texto.

No es Marty Felmand en El
Jovencito Frankenstein
, sino
Vincent Price
Los escritores arrastran la negra leyenda urbana de los defectos y los vicios, sean drogas duras, sexualidad “desordenada”, o alcohol. Aun conducta un punto (o muy) excéntrica. Puebla el panorama literario quienes acabaron mal debido al abuso de sustancias prohibidas. O, como en el caso de Tennesse Williams, fueron víctimas de las tensiones de su (homo)sexualidad, que lo volvieron neurótico, excesivo, desmedido, según reflejan sus obras teatrales.

Pero hoy toca Poe, su gráfica imagen del desgarrado poeta trágico. Eludiré observar si bosquejó a Sherlock Holmes, o si fue un precoz precursor de la ciencia ficción; si fue el decantado de la ya putrefacta literatura gótica de terror procedente de Escocia, todo eso que le hace “interesante” desde un banal punto estético.

Poe: gigante del orgullo descomedido, empero hueco por dentro. Para realizarse, construía monstruosas mentiras sobre su origen, presuntas aventuras de capa y espada en España propias de Dumas, padre; un lechuguino galán de damas estilo Scarlett O´Hara, mas que luego tenía terror cerval por el sexo, tan agudo que decide desposarse con su prima, de doce años de edad (¿indicio de pederastia?) para eludirlo.

Virginia. Demasiado niña aun para su Sociedad, que veía razonable los dieciséis para contraer nupcias. Tanto, que deben ocultar, en el registro civil, la auténtica edad de la contrayente. Una niña, ciertamente, inmadura, que vio siempre un coloso inmarcesible al “primo Eddie”, pero del que no recibió, jamás, atención sexual. Ni la esperaba. Este matrimonio era, bajo estas condiciones, ideal para Poe.

Bien que este actor y Roger Corman
supieron explotar los relatos de Poe
en  diversos filmes baratos
Pero después, está eso; el cortejador débil rondando damas que desearían más que sonetos susurrados apasionadamente en un porche. ¿Cómo terminarían esas relaciones, ante el estrepitoso fracaso del tálamo? La Sociedad ha inventado numerosas excusas y pretextos para evitar explicar este fiasco, negociando un divorcio discreto, aduciendo convenientes embustes beneficiosos para ambas partes.

Pero ahí quedaría: Poe incapaz. ¡El titán del verxo, impotente para el sexo! Ante este volumen de defectos, donde resalto su pobrísima autoestima, oculta tras ese desmedido engreimiento y las mentiras gargantuescas para borrar sus humildes orígenes de hijo de actores, que no resisten un somero escrutinio (con la merma de confianza que le aporta), ¿cómo reluce la reputación de Poe?

Porque hay más: también insinuó fetichismo por la necrofila incestuosa, e incluso gusto morboso/mórbido por el canibalismo, como registra en Gordon Pym. ¿Debemos ¡aclamar! la obra de alguien así? ¿Aun a él? Sus retorcidos vicios, ¿no lo deslucen, en todo sentido?

Literatura, por otra parte, poco tranquilizadora;
cuchillas, tumbas, gatos negros, caníbales...
He imaginado al Poe actual, con estos atributos de hedonismo embustero y arrogante orgullo descomunal, parafilias asociadas. Vedlo. Incrustado en internet. Fabricándose perfiles falsos en las redes sociales, grito desesperado de: ¡PRÉSTENME ATENCIÓN!, soy ¡¡ESCRITOR!!, compongo ¡¡¡ODAS!!! Pero, sobre todo ¡¡¡¡PRÉSTENME ATENCIÓN!!!! 

Sería uno de tantos vampiros anímicos, malgastando su jornada en chats cebados con las mendacidades mendicantes de sus almas, aterrados con la idea de la soledad, ser “despreciado”, ignorado, sin autoestima, de carácter ínfimo, hambriento de respuestas solidarias: ¡Pobrecito Poe, Paralizado y Pateado por la Persecución Paranoica de los Protervos que Perjudican su Potencial Poético Pervertido!

Y la necrofilia incestuosa, no lo olvidemos.
Ahí descuella: Price una vez más
Que Poe se inventara descender de Benedict Arnold ya delata su necesidad, salvaje y patológica, de atención. Nula autoestima. Mínima-nimia valía humana. Lo está ‘salvando’ su muerte, anegada en láudano y ron, que desnortados como Baudelaire, o Bécquer, fueran sus tristes calcomanías, así como lo sostiene el airado capricho de algunos “poeianos”, amanerados afectados por la pútrida estética del poeta “en dramáticas circunstancias”, que imitan su aureola de cuentista suicida, negándose a ver su clamorosa insignificancia como hombre. Qué pena fingir todo esto; lo de “alta cuna”. ¿No le bastaba su valía como persona?

Poe. Fuera de las adaptaciones “travestidas” (por eso de conjugar varios cuentos en un solo metraje) de Roger Corman, sus cuentos no hallan productora actual. Poe: ¿vuelve, nuevamente, al olvido…?

viernes, 23 de octubre de 2015

THE SPIRIT — FRANK MILLER

Afiche misterioso para "vuestro
hombre misterioso"
El personaje creado antes de la Segunda Guerra Mundial por Will Eisner es recreado por Frank Miller en un vigoroso y confuso esfuerzo de emulación de su siempre ¡aclamado! Batman Dark Knight, buscando igualar los elogios que arrastra a través de los tiempos. No tantos últimamente. Una avalancha de nuevos creadores ‘sepulta’, con conceptos ‘novedosos’, cosa discutible empero, una obra que ya tiene sus añitos.

Su filme es desamable, a duras penas entretenido. Sigue la estela del Sin City que, al alimón, dirigieran Quentin Tarantino y Robert Rodríguez, permitiéndole alguna incursión al propio Miller en la realización de algunas secuencias. Éste, lanzado/energizado por la experiencia, persuade a no sé quién para financiarle su The Spirit, que se encauza en esa tendencia del implacable justiciero fascista (a Miller se le dan de puta madre magistral los fascismos; sólo debemos leer 300), atiborrándola de ejercicios estilísticos fundamentados en el uso, o abuso, de blanco y el negro y el llamativo rojo de la corbata del otrora agente de policía Denny Colt, hoy The Spirit.

Ciertamente el personaje concebido por Eisner (y cuanto aportara la vasta pléyade de colaboradores que participaron en la larga aventura) sufrió vaivenes; sus inicios no son especialmente espectaculares, aunque por entonces la competencia no era demasiada. Superman, Batman, Popeye… otros que el tiempo ha relegado al olvido, salvo para los estudiosos de la Historia de la Historieta.

El  agrio Comisario Dolan no está para gaitas, y lo
deja claro a The Spirt (y la tontalava del fondo)
Mas, tras regresar de la contienda mundial, The Spirit empieza una fecunda época de varios años que son los que los aficionados recordamos con mayor entusiasmo y cariño merced a la madurez que las vivencias bélicas han brindado a Eisner. Se alternan los temas, aparecen los asuntos sociales, llegan secundarios que van enriqueciendo estas viñetas. Mas Eisner abandona y The Spirit acaba “feneciendo” poco después.

Reaparece en numerosas publicaciones de forma más o menos seria y serializada. Hasta el ahora con Miller, quien proporciona al simpático justiciero y sus secundarios más o menos cómicos un discurso en primera persona violento, revistiéndolo de un aura brutal, vinculándolo a su ciudad como un ente ‘divino’ que le proporciona cuanto necesita para ejercer su cruzada interminable contra el Mal: armas, refugio, oteros. O sea: reescribe Batman Dark Knight.

 Antaño entrambos hubo buen
rollito. Hoy...
The Spirit tiene imán con las féminas; molan su antifaz y su carisma de aventurero extremo. Esto lo blasonó Eisner. Igualmente, Miller le empotra varias femme fatales que persiguen el cortejo y la piel de The Spirit. Mujeres despampanantes que flirtean ora con el fetish, ora el sado/maso, ora la preocupación maternal. Un compendio, abanico, o delta, de defectos y virtudes, como gamas de emociones de nuestra misma vida, por los cuales The Spirit pasa.

El supervillano elegido para esta producción es Octopus. Mientras en las páginas ilustradas éste era un par de guantes con tres rayas blancas en el dorso, adoptando máscaras para ocultar su identidad (truco habitual del género por donde camina la serie, llena de suspense), Miller “reconstruye” al personaje dándole unos excesivos dramatismos histéricos que Samuel L. Jackson, todoterreno que lidia con lo que sea, amplifica, desborda, se endiosa en ellos como hace su Octopus, genio demente que ha estado trasteando tanto con su genética como con la de The Spirit, convirtiéndose en seres quasiinmortales, capaces de tolerar severos castigos físicos o regresar de la muerte como quien vuelve del paseo, por intenso que fuese el tiroteo.

Mas no todos los experimentos de Octopus son tan afortunados como desea. Y todo empieza a girar en torno a la adquisición de la Sangre de Hércules, que le hará el tipo de dios que su desquiciada mente piensa merece ser. Esto introduce esta película en la fantasía, si no directamente la ciencia ficción, alejándola del género detectivesco original.

El desbocado Octopus tira de gatillo al instante.
Valiente puto tarado
¿Le combate The Spirit? Claro; es su papel. Su labor. Pero siendo esta toda la trama, ignorando la función actoral, Miller se vuelca en lo estético, lo visual, para rellenar los fotogramas; lucha por retorcerlos hasta parecer sus viñetas, impregnadas ampliamente de negro, trasvasadas de su celebrado Sin City original.

Empero el resultado deja que desear. Habituados a la amabilidad, aun bondad, de los personajes de Eisner, ver a este Comisario Dolan convertido en un arisco-amargado detective decepcionado con todo, a The Spirit como un violento vengador sarcástico y la ausencia de personajes, como Ebony White, que servían de cierto contrapeso y aun contrapunto al protagonista, rindiéndole incluso algunas tramas accesorias, desconcierta, desalienta.

Confidente de altura en las alturas: "Lo que puedo
contar a su señoría, gato..."
Miller ha filmado un The Spirit en el set de Hollywood Confidential a remolque de The Crow, sobre todo, y destinado a un público que engulle cuanto sea desprecio por la vida y sadismo sin más elementos narrativos de peso con agrado. Le coloco unas frases chulas de noir al personaje, dos hostias desmedidas al malo, varias tías buenorras y varias decapitaciones y tiroteos tipo Wild Bunch, ¡y llenamos la sala!

Este The Spirit moderno… no. No convence. Pero, bueno, por mucho menos ¡ha muerto gente!

lunes, 12 de octubre de 2015

INHUMANS — PACHECO, LADRONN, MARÍN

Cubierta del tomo comentado
Carlos Pacheco y Rafael Marín, aportan, junto a José Omar Ladronn y Jorge Pereira Lucas, otro jalón a las andanzas de Los Inhumanos, singulares personajes creados por Stan El Hombre Lee y Jack El Rey Kirby (¡vaya falta de autoestima reflejan esos apodos autoimpuestos!), relato que destaca por poseer rasgos propios de la vieja, corrosiva y zalamera Europa, complementado por la riqueza que engendra una considerable cantidad de lecturas, más o menos correctamente asimiladas.

Confiamos en la declaración del dibujante Pacheco, escrita en el prólogo, donde afirma que esta “novela gráfica” (más bien, comic-books agrupados en nuestro país bajo tapa dura, cuan marchamo de calidad) pasó numerosos tamices antes de obtener el V.B. de Marvel y poder publicarse.

El dato sugiere que el paladar estadounidense no estaba “preparado” para degustar las acideces del socarrón carácter español, europeo por ende (más pragmático, bregado con la Historia y sus reveses), y recibió una pátina de edulcorante a fin acomodar la narración a la a la idiosincrasia del país de la tarta de manzanas y otras virtudes.

Atentos a la importancia de
estas cubiertas
Aunque… información reciente puede (repito: puede) desmentir esto.

La saga también constata qué sed de Star-Lord ambos artífices del proyecto tienen. Cierto es que ese Faetón de guardería (al menos, tanto desprende la lectura de sus orígenes de Década 70) da para relatos. Según, claro está, quien los escriba. Ellos dos…

Ahora dejaremos a un lado las reflexiones propias a realizar sobre tebeos claramente ‘inspirados’ en Los Metabarones (¡Cristo! Sólo debemos contemplar las portadas, y el enjuague de numerosas viñetas, ora dibujadas por Ladronn, ora Pereira, para verificar esta afirmación), en un esfuerzo por brindarnos un esparcimiento competente y que, ante todo, se dignifique ante trabajos contra los que, en hipótesis, debieran competir, dentro o fuera de la Casa de las Ideas (de Mickey Mouse), para centrarnos en la labor general de Marín y Pacheco.

A éste no podemos negarle la grandeza de su trazo; lo ha situado en lo más alto de la Historia de la Historieta… extranjera. En nuestro país ¡lo aclaman! sólo porque publica en las grandes empresas del cómic. La cicatería nacional al respecto es abominable, dolorosa, y fuerza a nuestras mejores firmas a emigrar.

Luego sale el oportunista de turno que ¡lamenta! que esto suceda; ¡la manida fuga de cerebros! Espérate: se adueña de ti este afán de crear/ilustrar, y debes darle salida como sea. Emplearte en labores crematísticas ramplonas es una necesidad ineludible. Lo suyo es, AHORA, exigir el mismo apoyo que reciben autores de cómic (por centrarnos en la materia) foráneos. Dejar de ver el medio (alias Noveno Arte) como una cosa pueril y para inmaduros.

Porque aquí es cuando la copia
se la llama "homenaje" para despistar
a los incautos
La historieta desprende ejemplos de madura producción altamente competitiva con lo que pudiéramos definir “alta literatura”. Mas tiene ese baldón de infantilismo, que…

Sobre Marín la cosa toma otro cariz. Ciertas informaciones (confiamos no sean tendenciosas) declaran que uno de los escritores/pilares de la ciencia ficción patria no ha logrado vender más que tres decenas de ejemplares de su última novela publicada del género. Treinta libros. De nuevo pidamos rigurosidad al dato. ¿Qué está pasando aquí? Es ciencia ficción. Es Marín. Es casi la ciencia ficción española. Este señor cuenta con una vasta legión de seguidores-admiradores en su red social, poderoso púlpito personal desde donde lanza (por no decir agrede) toda suerte de diatribas culturales/filosóficas sobre la obra ajena, obteniendo el apoyo de su claque despeinada.

…tan fieles al Maestro que ni compran sus libros. (Siempre que sea exacta la cifra antes mencionada, recalco.)

¿Para qué quiero fans así, que sólo ‘pasean’ por mi red social personal para leer cómo lapido obras ajenas, tirándole cuanto denuesto tengo a mano, si llegado el momento de la verdad (la compra) me ignoran?

Pero, bueno: lo importante es
disfrutar con el resultado final
Tanto Pacheco como Marín (en tándem, ahora) tienen otro “fallo” a citar. Y este es más serio. Nuevas informaciones afirman que aquellos guiones de Marín para Los 4 Fantásticos no vieron la luz hasta que Jeb Loeb no modificó los diálogos, y parece ser, viñetas (léase: páginas enteras). El beneficio de la duda nos tira a pensar que era cuestión de idiosincrasia, aunque siguen insisten en que lo ofrecido por Marín a Marvel no tenía la calidad necesaria para ser ilustrado. (Demasiado malicioso estimo eso.)

¿Qué les lastra? La total incapacidad para crear algo genuino. Influenciado quizás, pero con aspiraciones a propio. No pueden. Estos Inhumanos desarrollan conceptos creados por alguien. Su Iberia, Inc. no deja de ser traslación de supergrupos mainstream con acento hispánico. Copiando (¡cuidado, peligro!) características de esos superhéroes. No inspirándose en ellos: copiándolos.

¿Merecen el crédito que acopian, ante esta argumentación que exhibo? Considero, más bien, cosa a lamentar que no tengan NADA PROPIO que contar. Pero el número de jaleadores desmiente mis palabras. Claro, que cobran fuerza si consideramos que estamos hablando de gente que no compra los libros del Maestro de la bahía de Cádiz…

martes, 22 de septiembre de 2015

GHOST OF MARS — JOHN CARPENTER

Afiche coral; revienta de protagonistas
Este filme de John Carpenter presenta un problema claramente discernible, al menos: Desolación Williams (Ice Cube), es demasiado el Snake Plissken de Kurt Russell. Ice Cube puede haberse esmerado en su labor; pero apenas acercó a Desolación al cínico carisma de Plissken. Le añoras un wevo.

Constantemente lo verificas según suceden fotogramas de un relato coral contado en retrospectiva de un astrowestern planteado en el polvoriento pellejo marciano. Ice Cube hace, dice y actúa como Plissken. Pero sin serlo. Y no engaña al ojo, causando ese pliegue de molestia que mantiene incómodo en la butaca.

Mas Fantasmas de Marte acapara aspectos positivos que pueden convertirla en otra digna cinta de culto de esta suerte de Sam Peckinpah “menor” que es Carpenter. Esta vez, el director ha eludido el conflicto político/distópico que esboza en ambas películas de Plissken para apostar por una evasión aventurera de plató bien maqueado de Marte.

Afloran los tics ineludibles de su producción; Carpenter siembra el proscenio de elementos sociales ‘indeseables’, con tal grado de ambigüedad que no acabas de etiquetarlos de malos absolutos… ni héroes impolutos. Los villanos son los marcianos, unos jamás vistos, o ideados. Distantes del concepto “abolsado” de H.G. Wells, o el cabezón verde enano del folclore habitual. También diferentes a los nudistas imaginados por E.R. Burroughs, que tanta controversia pudieran dar.

La misión de sus vidas, en el más pleno sentido
Entes impalpables, poseen los cuerpos de los colonos que, esforzadamente, terraforman Marte extrayendo valiosos minerales de sus entrañas. Los cubren de piercings y yagas “rituales de combate” para luego lanzarlos contra lo que estiman invasores del sagrado suelo patrio.

Es planteamiento fantástico destinado a mantener nuestra atención y justificar metraje. Tiene su punto, el que el nativo, en vez de exponer su sustancia al peligro y la muerte, emplee la carne del invasor para luchar contra éstos y los aniquile. Mata dos pájaros de un tiro, pues el otro humano elimina al poseído en defensa propia.

Otro aliciente es la plétora de ‘fracasados’ que tienen una repentina oportunidad tanto de reivindicarse tanto como individuos como ante la Sociedad que los ha marginado. El grupo que comanda Helena Braddock (Pam Grier), policía lesbiana que depreda a Melanie Ballard (Natasha Henstridge), agente bajo su mando, no está compuesto por ejemplos de intachable conducta.

La sádica respuesta a que no estamos solos
en el Cosmos
Carpenter presenta un grupo impregnado de defectos-y-debilidades que esperan ocultar, o disimular, como bien pueden. Braddock: su apetencia sexual por Ballard bajo una masculina actitud autoritaria. (También algo sugiere que acabó destinada en Marte para purgar una infracción.)

Ballard es adicta a una droga, que luego (en giro singular) la ayuda a librarla de la posesión infernal marciana.

Jericho Butler (Jason Stathan), de presunta ‘habilidad’ para modificar el polo sexual de sáfico a heterosexual, esgrime esa arrogancia para ocultar su fanfarronería. Incluso, debilidades de carácter más acusadas.

Desolación es el mal buen hombre de la querencia mitológica norteamericana del western. Ladrón y convicto, dista de ser el radiante paladín que describe usualmente el heroísmo. Pero tiene moral. Ética. Es un superviviente. Aprendió a serlo: por las malas.

En qué jaleo nos hemos metido. Marte siempre
igual: ¡el planeta de los monstruos!
Carpenter sigue narrando sobre marginados que la Sociedad ha evacuado de sí pero que, sin embargo, conservan su valor existencial, o intrínseco. También son individualistas dispuestos a cometer generosamente el máximo sacrificio por mor de brindar un bien mayor al colectivo.

Indican que las apariencias engañan. Nos juzgáis por el lomo del libro, despreciando indagar sobre su trama. Carpenter pretende criticar la superficialidad de las estructuras sociales, con qué rapidez te etiquetan y, ¡ay!, ese baldón te acompaña ya siempre. Después sucede algo que confirma nuestro error respecto a esa persona. La primera impresión: es irrepetible.

Desolación lidera, sugiere el final “continuará”, la resistencia contra el agresor marciano, aliándose con su peor enemigo: Ballard. Hay nexo de unión entrambos: parias del organigrama oficial, eso facilita su entendimiento. Minimiza sus diferencias.

Un barroco enemigo nativo que prefiere
la carne humana para pelear
Presentar Marte-humano como un matriarcado también es significativo detalle: ¿es la Madre Tierra un patriarcado? (Qué ironía.) Esta tesitura: ¿permite suponer una futura guerra interplanetaria de sexos? ¿O sólo es un giro de la Historia hacia uno de sus comienzos culturales, prehistóricos, o consecuencia de una disminución del nacimiento de varones? Siendo ciencia ficción, y teniendo a su disposición un inimaginable aparato científico, podemos suponer que la ingeniería genética permitiría un aumento de nacimientos de niños, garantizando la paridad.

Fantasmas de Marte es socorrida aventura para, pongamos, resolver las ocasiones en que la programación televisiva no ofrece nada potable. No es que sea deleznable, ¡qué va! Pero adolece del mordiente de las hazañas de Plissken. A Desolación le “faltan tablas”. Un hervor, quizás. Apunta maneras, empero.

Tal vez, pienso, la causa está en que Plissken es amo único de sus aventuras, dejando hueco a secundarios de distinto atractivo. Desolación debe sacrificar demasiado protagonismo (del que goza Plissken) entre los demás participantes de la cinta. Si hubiese monopolizado la acción, igual otra imagen proyectaría. Igual.

sábado, 29 de agosto de 2015

VENUS DECAPITADA — SERGIO PARRA

¿La portada adecuada para
vender un libro ya difícil de
ofrecer al respetable?
Sólo destaca esta novela de Sergio Parra por su absurdo argumento…, y qué aburrida es. Aceptando (como está; es internacional, además) que la fórmula para contar una historia sigue el llamado Método (Lester) Dent, padre del dinámico Doc Savage (hay quien asegura que también La SombraMaxwell Grant— debe mucho a este autor pulp), Parra lo rehúye completamente.

Cuando finalmente sabemos de qué va la historia estamos en ¡la página 150!, cuando es crucial que esto ocurra, para ganarse al lector y prender su interés, en las dos o tres primeras páginas. Aun Dent recomendaba hacerlo en los primeros párrafos, reuniendo tantos elementos descriptivos como fuese posible.

Parra ha escrito una  distópica novela de guerra de sexos y presunta ciencia ficción. Soslayaremos el auténtico valor del libro, esto es, su pulcra redacción y su vasta información bibliográfica, porque en conjunto son méritos insuficientes para granjearse nuestro afecto. Apreciaremos el argumento, insostenible (a menos que sea en clave paródica, cosa que Parra no escribe), que cuenta cómo dos facciones fanáticas, una machista, otra hembristas, sostienen una contienda (al parecer, mundial, dejando una porción —vagamente descrita— de “indecisos”, que intuyo son quienes prosperan) en la búsqueda de la victoria decisiva.

Su joven autor, Sergio Parra
El relato, a modo de última voluntad, y desde prisión, lo realiza el secundario Isaac Martínez en primera persona. Va desglosándonos qué tontos entresijos llevan al conflicto. Martínez es un cándido, por ser amables, atrapado en una increíble e incongruente conspiración donde lo en principio absurdo acaba siendo mortal realidad.

Por culpa de un ideólogo “populista”, Perfecto Cebrián (arrogante odioso e insufrible vanidoso), que medra gracias al negocio del porno, que Parra parece conocer bastante bien, pues da ciertos detalles de sus mecanismos. De paso, deslizándose por su prosa cuajada de culteranismo, anestesia nuestros sentidos y deseos de leer, según amontona capítulos cargados de naderías e insensateces que orientan la creencia de que Venus Decapitada (título torpe, por ende) surgió para la delectación íntima de este señor, no para nuestro regocijo, lectores que quisiéramos interesarnos por su restante obra.

Ninguna otra editorial, que no fuese la extinta Viaje a Bizancio Ediciones (empresa prometedora que su responsable dejó naufragar merced a las extravagancias que imprimió, salvándose pocos títulos de la quema), hubiese publicado Venus Decapitada. Es obvio que este libro, con tales mimbres, sería un fracaso. Llanamente: es malo. Y sucede que las editoriales subsisten de las ventas. A más éxitos, más tirada. Más títulos, más garantía para los autores de que su trabajo alcanzaría plena difusión. Tranquilidad, pues. El editor, parece ser, jamás entendió esta simple aritmética, centrándose en publicar “títulos difíciles” de amplio repudio. Por tanto: ingresos cero. ¡Adiós, editorial!

Prometedor futuro en esa firma,
parece ser poseía Parra
Y sorprendente, por la aburrida fatuidad de la obra, que Parra, lector de Planeta, haya escrito una novela pedante que iba a ser rehusada por todas las demás editoriales.

Tablas tiene. Instinto para componer una estupenda historia, apunta. Empero, escribe Venus Decapitada. Tediosa larga monserga donde impone su manejo de la gramática y ortografía, nada más, quizás muy convencido de haber sido el “ojito derecho” del editor de Viaje a Bizancio Ediciones y que todas sus “pasadas” literarias encontrarían este feliz regazo para reposar.

También sucede que Parra formaba (formará, imagino, aún) parte de un grupo de escritores jóvenes, más o menos nóveles, donde se respaldan mutuamente. Se leen entre ellos. (Ejemplo es el prólogo que le regala Gabriella Campbell.) Pueden estar más o menos conformes con lo que valoran. Por educación dan el V.B., esperando recibir después igual merced, amén, y eso proporciona una suerte de confianza que les permite ser jueces… y verdugos. Me explico:

Un extremista insinuó que criticar a Parra, joya de ese brillante núcleo de prosistas/poetas que estaba por estallar en un Big Bang de grandiosidad, era ganarse el odio del citado grupo. Y que poseían los suficientes recursos/influencias como para frustrar una carrera incipiente, o con raíces incluso. De ser cierto, inquietante noticia.

Ajá. No podía quejarse. Predilección
Porque ¿quién es Parra para ¡aclamarlo!? ¿Stephen King? ¿Philip José Farmer? ¿Frederick Forshyte? ¿Otra gran firma? Desde aquí, es otro aspirante que pretende alcanzar cima entre las letras pero no tanto por su talento y cuanto cuenta, como por el apoyo enaltecido de un editor extravagante y un grupo de otros como Parra entre los que quizás sí existiera un verdadero genio.

Inquieta que un escritor ascienda, en el proceloso mundo literario y editorial, merced no a su talento, lo que se supone que debe ofrecer al vasto compendio de lectores, sino por la actitud mafiosa de un grupito del cual forma parte y que se dedica a lanzar salvajes e injustificadas descalificaciones gratuitas sobre alguien que, sencillamente, no encuentra excelsior! la obra de este señor. Y Parra es sólo un ejemplo venido a mano de una despreciable práctica.

Y es práctica antigua, lo cual confirma qué mal está la Humanidad. ¿Recomiendo Venus Decapitada? Como potente somnífero, sí. Como lo que se supone que es, jamás.

sábado, 8 de agosto de 2015

1997… RESCATE EN NUEVA YORK — JOHN CARPENTER

Chulísima cartelera alegórica; cayó
la libertad en la tierra que la dispensa
Quizás sin proponérselo, ni esperarlo, John Carpenter gestó, para la CultuPop, uno de sus más destacados iconos antiheroicos: el desconfiado e iconoclasta Snake Plissken (Kurt Russell), que dejará impronta aún en deleznables “émulos” del cine, sea italiano como americano.

Escape From New York, cinta con nítidas trazas de cómic (personajes un tanto extremos, proezas forjadas ex profeso para destacar las cualidades del protagonista, un mundo distópico que, empero, refleja facetas del actual, planteando si evolucionaremos desde esa ficción, o será consecuencia inevitable de nuestros actos presentes…), recrea una de las fantasías norteamericanas “favoritas”, salvando la del western y el mal hombre bueno que pintara Sam Peckinpah en filmes como Duelo en la Alta Sierra o el más celebrado Grupo Salvaje.

Por la pertinencia del tema en distintas obras, la fantasía americana “por excelencia” parece ser su mutación en dictadura, como si fuese una prueba de madurez por superar. Saber si cuentan con el carácter para oponerse a algo así, saliendo reforzados, victoriosos, aun purificados, del trance, o si fracasarán. Algo (en este filme, una elevada criminalidad) transforma Estados Unidos, Arsenal de la Democracia, en fortín que ha laminado sus más elevadas virtudes democráticas e imitados principios, sean legales o morales. Su mayor ejemplo: la isla-prisión de Manhattan, donde reside toda la población reclusa, abandonada a sus recursos.

Los esperpentos reinantes en Manhattan tienen
malas noticias que dar al poder del exterior
Liquidaron las reducciones de condena, la libertad condicional, la reinserción. Allí sólo hay “el mundo que han creado”, liderado por El Duque (Isaac Hayes), despiadado convicto rodeado de numerosos adeptos (y aconsejado por el voluble BrainHarry Dean Stanton—).

Su predio, pese a sus soflamas, no es total. En distintos puntos de la isla-prisión mandan otros, sugerencia de que su poder puede quedar circunscrito a un puñado de calles, no todo Manhattan.

Aquí aterriza, en misión claramente suicida, Plissken. Objetivo: rescatar al Presidente de los Estados Unidos (Donald Pleasence), arrojado, por una facción terrorista de izquierdas, al más destacado logro de su racista y tiránica Administración: la isla-prisión de Manhattan.

Un "héroe" empero va "de camino". Nuevos
tiempos, distinta clase de "salvador"
Carpenter, con limitados recursos aunque sumamente aprovechados, incita a reflexionar sobre la seguridad, sus extremos, y cuántas libertades estamos dispuesto a sacrificar. También, si realmente el futuro (aquél 1981, año de realización de la cinta, hacía 1997 todavía un momento lejano del mañana-mañana) será tenebrosa distopía por mor del pertinaz hábito del Hombre a torcerlo todo al Reverso Tenebroso. Y otro estudio, inserto en la película, es la figura del Héroe, distinto al aseado galán del tradicional sombrero blanco.

Plissken es “residuo” de los pistoleros crepusculares de Peckinpah, que, al filo del fin, acorralados por la cierta idea de haber malgastado sus vidas, intentan reivindicarse realizando un sacrificio de extrema generosidad.

El retrato del poder que Carpenter hace, mediante el Presidente, bulto de clase alta, zarandeado ora por El Duque, ora por Plissken, es muy desamable. Puede haber un pequeño sarmiento de anarquía en 1997… Rescate en Nueva York, en cómo se dibuja al Presidente, cuya gratitud por el rescate, oneroso en vidas, la resumen en una frase tópica e insincera. Carpenter creo que, con él, ‘previene’ sobre la naturaleza del líder, “pide” recelemos de ellos. Son caras-y-nombres, ubicados en un reino remoto.

Plissken no tiene tiempo para tonterías, Brain
No les conocemos de nada. No son “íntimos”; tampoco “familiares”. Su mensaje: sarta de mentiras, elucubradas al gusto del populux, masa aborregada que ama el populismo, y sigue esas consignas irreflexivamente, sin reparar en su contenido, ni su coste.

Acaso el triunfo de este Presidente procedía de convertir uno de los más representativos lugares de Norteamérica en inexpugnable prisión, donde ningún derecho reconocido, o aplaudido, impera. El dilema, empero, tiene difícil contestación. Ante una criminalidad desbocada, unas leyes obsoletas, o incapaces, una creciente saturación penitenciaria, la verificación de que las habituales medidas de gracia redentoras las aprovechan los convictos para reincidir… ¿qué hacer?

¿Cuánta mansedumbre soporta el cordero social? Porque conviene señalar que muchos de los que abogan por medidas penales tenues, lo hacen desde parapetos de comodidad, lujo y seguridad, que el ciudadano común no disfruta. Desde tan espléndida fortaleza, puede pedirse la abolición de las cárceles. Pero, cuando el crimen vive en el portal vecino, y sufres sus directas secuelas… Llegamos al equilibrio imposible: ¿qué derecho sacrificamos, ahora, para garantizar la seguridad?

El Duque, sin embargo, malgasta todo su día
en sus chorradas presidencialistas
Plissken representa al hombre torcido en mal sentido pero que, en virtud a su prístina buena esencia, se dignifica mediante extremo heroísmo. El aprieto en que le pone  Hauk (Lee Van Cleef) se nota está urdido para resaltar el carácter indómito y descreído de Snake, demostrando que no es sujeto/héroe plano. Ahí dentro, debajo de su arraigado cinismo, contiene facetas, grises.

Es lo que diferencia a los grandes autores de los del montón. Pueden mostrar, con éxito, la complejidad de sus personajes junto al esbozo de una inverosímil Sociedad al límite creíble, y preguntarte tanto cómo se llegó a esa situación, como si nos espera eso…