miércoles, 28 de octubre de 2015

EDGAR ALLAN POE — REFLEXIÓN

Queda la duda: de morir en la cama,
a edad avanzada, ¿ Poe tendría su
fama actual?
Las semblanzas biográficas de Julio Cortázar o Walter Lenning (o cualquier estudio decente, estimo) arrojan una imagen enferma y pobre del escritor norteamericano. Ahí quiero centrar el presente comentario, en su personalidad, cómo ésta afecta, contamina, engrandece, hace mínima-nimia, su legado literario.

Otro caso interesante es el de Robert E. Howard, considerado loco. Esto, ¿le califica o descalifica como escritor? Como persona, le ha “hundido”. No es de fiar; es un demente. ¿Quién confía en alguien así? (Y tengamos presente lo siguiente: su supuesta ‘locura’ podría ser una extravagancia pasajera mal entendida por un medio rural-religioso de rígidas normas sociales bastante intolerantes.) Su ‘demencia’, ahora, ¿cómo afecta a su obra? ¿Engrandece o empequeñece a Conan, o cualquier otro personaje suyo? Frente a una historia escrita por un autor “más cuerdo”, ¿sus narraciones merecen igual respeto, o sufren instantánea devaluación?

Ejemplo: su estigma de demente es oído/conocido por un editor; apenas ve su nombre, descarta automáticamente el relato (que podría ser grandioso) debido a esa mala fama criada de manera injusta. Esto, insisto, es lo que deseo resaltar en este texto.

No es Marty Felmand en El
Jovencito Frankenstein
, sino
Vincent Price
Los escritores arrastran la negra leyenda urbana de los defectos y los vicios, sean drogas duras, sexualidad “desordenada”, o alcohol. Aun conducta un punto (o muy) excéntrica. Puebla el panorama literario quienes acabaron mal debido al abuso de sustancias prohibidas. O, como en el caso de Tennesse Williams, fueron víctimas de las tensiones de su (homo)sexualidad, que lo volvieron neurótico, excesivo, desmedido, según reflejan sus obras teatrales.

Pero hoy toca Poe, su gráfica imagen del desgarrado poeta trágico. Eludiré observar si bosquejó a Sherlock Holmes, o si fue un precoz precursor de la ciencia ficción; si fue el decantado de la ya putrefacta literatura gótica de terror procedente de Escocia, todo eso que le hace “interesante” desde un banal punto estético.

Poe: gigante del orgullo descomedido, empero hueco por dentro. Para realizarse, construía monstruosas mentiras sobre su origen, presuntas aventuras de capa y espada en España propias de Dumas, padre; un lechuguino galán de damas estilo Scarlett O´Hara, mas que luego tenía terror cerval por el sexo, tan agudo que decide desposarse con su prima, de doce años de edad (¿indicio de pederastia?) para eludirlo.

Virginia. Demasiado niña aun para su Sociedad, que veía razonable los dieciséis para contraer nupcias. Tanto, que deben ocultar, en el registro civil, la auténtica edad de la contrayente. Una niña, ciertamente, inmadura, que vio siempre un coloso inmarcesible al “primo Eddie”, pero del que no recibió, jamás, atención sexual. Ni la esperaba. Este matrimonio era, bajo estas condiciones, ideal para Poe.

Bien que este actor y Roger Corman
supieron explotar los relatos de Poe
en  diversos filmes baratos
Pero después, está eso; el cortejador débil rondando damas que desearían más que sonetos susurrados apasionadamente en un porche. ¿Cómo terminarían esas relaciones, ante el estrepitoso fracaso del tálamo? La Sociedad ha inventado numerosas excusas y pretextos para evitar explicar este fiasco, negociando un divorcio discreto, aduciendo convenientes embustes beneficiosos para ambas partes.

Pero ahí quedaría: Poe incapaz. ¡El titán del verxo, impotente para el sexo! Ante este volumen de defectos, donde resalto su pobrísima autoestima, oculta tras ese desmedido engreimiento y las mentiras gargantuescas para borrar sus humildes orígenes de hijo de actores, que no resisten un somero escrutinio (con la merma de confianza que le aporta), ¿cómo reluce la reputación de Poe?

Porque hay más: también insinuó fetichismo por la necrofila incestuosa, e incluso gusto morboso/mórbido por el canibalismo, como registra en Gordon Pym. ¿Debemos ¡aclamar! la obra de alguien así? ¿Aun a él? Sus retorcidos vicios, ¿no lo deslucen, en todo sentido?

Literatura, por otra parte, poco tranquilizadora;
cuchillas, tumbas, gatos negros, caníbales...
He imaginado al Poe actual, con estos atributos de hedonismo embustero y arrogante orgullo descomunal, parafilias asociadas. Vedlo. Incrustado en internet. Fabricándose perfiles falsos en las redes sociales, grito desesperado de: ¡PRÉSTENME ATENCIÓN!, soy ¡¡ESCRITOR!!, compongo ¡¡¡ODAS!!! Pero, sobre todo ¡¡¡¡PRÉSTENME ATENCIÓN!!!! 

Sería uno de tantos vampiros anímicos, malgastando su jornada en chats cebados con las mendacidades mendicantes de sus almas, aterrados con la idea de la soledad, ser “despreciado”, ignorado, sin autoestima, de carácter ínfimo, hambriento de respuestas solidarias: ¡Pobrecito Poe, Paralizado y Pateado por la Persecución Paranoica de los Protervos que Perjudican su Potencial Poético Pervertido!

Y la necrofilia incestuosa, no lo olvidemos.
Ahí descuella: Price una vez más
Que Poe se inventara descender de Benedict Arnold ya delata su necesidad, salvaje y patológica, de atención. Nula autoestima. Mínima-nimia valía humana. Lo está ‘salvando’ su muerte, anegada en láudano y ron, que desnortados como Baudelaire, o Bécquer, fueran sus tristes calcomanías, así como lo sostiene el airado capricho de algunos “poeianos”, amanerados afectados por la pútrida estética del poeta “en dramáticas circunstancias”, que imitan su aureola de cuentista suicida, negándose a ver su clamorosa insignificancia como hombre. Qué pena fingir todo esto; lo de “alta cuna”. ¿No le bastaba su valía como persona?

Poe. Fuera de las adaptaciones “travestidas” (por eso de conjugar varios cuentos en un solo metraje) de Roger Corman, sus cuentos no hallan productora actual. Poe: ¿vuelve, nuevamente, al olvido…?