Queda la duda: de morir en la cama, a edad avanzada, ¿ Poe tendría su fama actual? |
Las semblanzas biográficas de Julio Cortázar o Walter Lenning (o cualquier estudio decente, estimo) arrojan una
imagen enferma y pobre del escritor norteamericano. Ahí quiero centrar el presente
comentario, en su personalidad, cómo ésta afecta, contamina, engrandece, hace
mínima-nimia, su legado literario.
Otro caso interesante es el de Robert E. Howard, considerado loco.
Esto, ¿le califica o descalifica como escritor? Como persona, le ha “hundido”. No
es de fiar; es un demente. ¿Quién confía en alguien así? (Y tengamos presente lo
siguiente: su supuesta ‘locura’ podría ser una extravagancia pasajera mal
entendida por un medio rural-religioso de rígidas normas sociales bastante
intolerantes.) Su ‘demencia’, ahora, ¿cómo afecta a su obra? ¿Engrandece o
empequeñece a Conan, o cualquier otro personaje suyo? Frente a una historia
escrita por un autor “más cuerdo”, ¿sus narraciones merecen igual respeto, o sufren
instantánea devaluación?
Ejemplo: su estigma de demente es
oído/conocido por un editor; apenas ve su nombre, descarta automáticamente el
relato (que podría ser grandioso) debido a esa mala fama criada de manera
injusta. Esto, insisto, es lo que deseo resaltar en este texto.
No es Marty Felmand en El Jovencito Frankenstein, sino Vincent Price |
Los escritores arrastran la negra leyenda
urbana de los defectos y los vicios, sean drogas duras, sexualidad
“desordenada”, o alcohol. Aun conducta un punto (o muy) excéntrica. Puebla el
panorama literario quienes acabaron mal debido al abuso de sustancias prohibidas.
O, como en el caso de Tennesse Williams,
fueron víctimas de las tensiones de su (homo)sexualidad, que lo volvieron
neurótico, excesivo, desmedido, según reflejan sus obras teatrales.
Pero hoy toca Poe, su gráfica imagen del desgarrado
poeta trágico. Eludiré observar si bosquejó a Sherlock Holmes, o si fue un precoz precursor de la ciencia
ficción; si fue el decantado de la ya putrefacta literatura gótica de terror procedente
de Escocia, todo eso que le hace “interesante” desde un banal punto estético.
Poe: gigante del orgullo descomedido, empero
hueco por dentro. Para realizarse, construía monstruosas mentiras sobre su
origen, presuntas aventuras de capa y espada en España propias de Dumas, padre; un lechuguino galán de damas estilo Scarlett O´Hara, mas que luego tenía terror cerval por el sexo, tan
agudo que decide desposarse con su prima, de doce años de edad (¿indicio de pederastia?)
para eludirlo.
Virginia. Demasiado niña aun para su Sociedad,
que veía razonable los dieciséis para contraer nupcias. Tanto, que deben
ocultar, en el registro civil, la auténtica edad de la contrayente. Una niña,
ciertamente, inmadura, que vio siempre un coloso inmarcesible al “primo Eddie”, pero del que no recibió,
jamás, atención sexual. Ni la esperaba. Este matrimonio era, bajo estas
condiciones, ideal para Poe.
Bien que este actor y Roger Corman supieron explotar los relatos de Poe en diversos filmes baratos |
Pero después, está eso; el cortejador débil
rondando damas que desearían más que sonetos susurrados apasionadamente en un
porche. ¿Cómo terminarían esas relaciones, ante el estrepitoso fracaso del tálamo?
La Sociedad ha inventado numerosas excusas y pretextos para evitar explicar este
fiasco, negociando un divorcio discreto, aduciendo convenientes embustes
beneficiosos para ambas partes.
Pero ahí quedaría: Poe incapaz. ¡El titán del verxo, impotente para el sexo! Ante este
volumen de defectos, donde resalto su pobrísima autoestima, oculta tras ese desmedido
engreimiento y las mentiras gargantuescas para borrar sus humildes orígenes de
hijo de actores, que no resisten un somero escrutinio (con la merma de
confianza que le aporta), ¿cómo reluce la reputación de Poe?
Porque hay más: también insinuó fetichismo
por la necrofila incestuosa, e incluso gusto morboso/mórbido por el canibalismo,
como registra en Gordon Pym. ¿Debemos ¡aclamar! la obra de alguien así? ¿Aun a
él? Sus retorcidos vicios, ¿no lo deslucen, en todo sentido?
Literatura, por otra parte, poco tranquilizadora; cuchillas, tumbas, gatos negros, caníbales... |
He imaginado al Poe actual, con estos
atributos de hedonismo embustero y arrogante orgullo descomunal, parafilias
asociadas. Vedlo. Incrustado en internet. Fabricándose perfiles falsos en las
redes sociales, grito desesperado de: ¡PRÉSTENME ATENCIÓN!, soy ¡¡ESCRITOR!!,
compongo ¡¡¡ODAS!!! Pero, sobre todo ¡¡¡¡PRÉSTENME ATENCIÓN!!!!
Sería uno de
tantos vampiros anímicos, malgastando su jornada en chats cebados con las mendacidades
mendicantes de sus almas, aterrados con la idea de la soledad, ser “despreciado”,
ignorado, sin autoestima, de carácter ínfimo, hambriento de respuestas solidarias:
¡Pobrecito Poe, Paralizado y Pateado por la Persecución Paranoica de los Protervos
que Perjudican su Potencial Poético Pervertido!
Y la necrofilia incestuosa, no lo olvidemos. Ahí descuella: Price una vez más |
Que Poe se inventara descender de Benedict Arnold ya delata su necesidad,
salvaje y patológica, de atención. Nula autoestima. Mínima-nimia valía humana.
Lo está ‘salvando’ su muerte, anegada en láudano y ron, que desnortados como Baudelaire, o Bécquer, fueran sus tristes calcomanías, así como lo sostiene el airado
capricho de algunos “poeianos”, amanerados afectados por la pútrida estética
del poeta “en dramáticas circunstancias”, que imitan su aureola de cuentista
suicida, negándose a ver su clamorosa insignificancia como hombre. Qué pena
fingir todo esto; lo de “alta cuna”. ¿No le bastaba su valía como persona?
Poe. Fuera de las adaptaciones “travestidas”
(por eso de conjugar varios cuentos en un solo metraje) de Roger Corman, sus cuentos no hallan productora actual. Poe: ¿vuelve, nuevamente, al olvido…?