viernes, 23 de octubre de 2015

THE SPIRIT — FRANK MILLER

Afiche misterioso para "vuestro
hombre misterioso"
El personaje creado antes de la Segunda Guerra Mundial por Will Eisner es recreado por Frank Miller en un vigoroso y confuso esfuerzo de emulación de su siempre ¡aclamado! Batman Dark Knight, buscando igualar los elogios que arrastra a través de los tiempos. No tantos últimamente. Una avalancha de nuevos creadores ‘sepulta’, con conceptos ‘novedosos’, cosa discutible empero, una obra que ya tiene sus añitos.

Su filme es desamable, a duras penas entretenido. Sigue la estela del Sin City que, al alimón, dirigieran Quentin Tarantino y Robert Rodríguez, permitiéndole alguna incursión al propio Miller en la realización de algunas secuencias. Éste, lanzado/energizado por la experiencia, persuade a no sé quién para financiarle su The Spirit, que se encauza en esa tendencia del implacable justiciero fascista (a Miller se le dan de puta madre magistral los fascismos; sólo debemos leer 300), atiborrándola de ejercicios estilísticos fundamentados en el uso, o abuso, de blanco y el negro y el llamativo rojo de la corbata del otrora agente de policía Denny Colt, hoy The Spirit.

Ciertamente el personaje concebido por Eisner (y cuanto aportara la vasta pléyade de colaboradores que participaron en la larga aventura) sufrió vaivenes; sus inicios no son especialmente espectaculares, aunque por entonces la competencia no era demasiada. Superman, Batman, Popeye… otros que el tiempo ha relegado al olvido, salvo para los estudiosos de la Historia de la Historieta.

El  agrio Comisario Dolan no está para gaitas, y lo
deja claro a The Spirt (y la tontalava del fondo)
Mas, tras regresar de la contienda mundial, The Spirit empieza una fecunda época de varios años que son los que los aficionados recordamos con mayor entusiasmo y cariño merced a la madurez que las vivencias bélicas han brindado a Eisner. Se alternan los temas, aparecen los asuntos sociales, llegan secundarios que van enriqueciendo estas viñetas. Mas Eisner abandona y The Spirit acaba “feneciendo” poco después.

Reaparece en numerosas publicaciones de forma más o menos seria y serializada. Hasta el ahora con Miller, quien proporciona al simpático justiciero y sus secundarios más o menos cómicos un discurso en primera persona violento, revistiéndolo de un aura brutal, vinculándolo a su ciudad como un ente ‘divino’ que le proporciona cuanto necesita para ejercer su cruzada interminable contra el Mal: armas, refugio, oteros. O sea: reescribe Batman Dark Knight.

 Antaño entrambos hubo buen
rollito. Hoy...
The Spirit tiene imán con las féminas; molan su antifaz y su carisma de aventurero extremo. Esto lo blasonó Eisner. Igualmente, Miller le empotra varias femme fatales que persiguen el cortejo y la piel de The Spirit. Mujeres despampanantes que flirtean ora con el fetish, ora el sado/maso, ora la preocupación maternal. Un compendio, abanico, o delta, de defectos y virtudes, como gamas de emociones de nuestra misma vida, por los cuales The Spirit pasa.

El supervillano elegido para esta producción es Octopus. Mientras en las páginas ilustradas éste era un par de guantes con tres rayas blancas en el dorso, adoptando máscaras para ocultar su identidad (truco habitual del género por donde camina la serie, llena de suspense), Miller “reconstruye” al personaje dándole unos excesivos dramatismos histéricos que Samuel L. Jackson, todoterreno que lidia con lo que sea, amplifica, desborda, se endiosa en ellos como hace su Octopus, genio demente que ha estado trasteando tanto con su genética como con la de The Spirit, convirtiéndose en seres quasiinmortales, capaces de tolerar severos castigos físicos o regresar de la muerte como quien vuelve del paseo, por intenso que fuese el tiroteo.

Mas no todos los experimentos de Octopus son tan afortunados como desea. Y todo empieza a girar en torno a la adquisición de la Sangre de Hércules, que le hará el tipo de dios que su desquiciada mente piensa merece ser. Esto introduce esta película en la fantasía, si no directamente la ciencia ficción, alejándola del género detectivesco original.

El desbocado Octopus tira de gatillo al instante.
Valiente puto tarado
¿Le combate The Spirit? Claro; es su papel. Su labor. Pero siendo esta toda la trama, ignorando la función actoral, Miller se vuelca en lo estético, lo visual, para rellenar los fotogramas; lucha por retorcerlos hasta parecer sus viñetas, impregnadas ampliamente de negro, trasvasadas de su celebrado Sin City original.

Empero el resultado deja que desear. Habituados a la amabilidad, aun bondad, de los personajes de Eisner, ver a este Comisario Dolan convertido en un arisco-amargado detective decepcionado con todo, a The Spirit como un violento vengador sarcástico y la ausencia de personajes, como Ebony White, que servían de cierto contrapeso y aun contrapunto al protagonista, rindiéndole incluso algunas tramas accesorias, desconcierta, desalienta.

Confidente de altura en las alturas: "Lo que puedo
contar a su señoría, gato..."
Miller ha filmado un The Spirit en el set de Hollywood Confidential a remolque de The Crow, sobre todo, y destinado a un público que engulle cuanto sea desprecio por la vida y sadismo sin más elementos narrativos de peso con agrado. Le coloco unas frases chulas de noir al personaje, dos hostias desmedidas al malo, varias tías buenorras y varias decapitaciones y tiroteos tipo Wild Bunch, ¡y llenamos la sala!

Este The Spirit moderno… no. No convence. Pero, bueno, por mucho menos ¡ha muerto gente!