sábado, 29 de agosto de 2015

VENUS DECAPITADA — SERGIO PARRA

¿La portada adecuada para
vender un libro ya difícil de
ofrecer al respetable?
Sólo destaca esta novela de Sergio Parra por su absurdo argumento…, y qué aburrida es. Aceptando (como está; es internacional, además) que la fórmula para contar una historia sigue el llamado Método (Lester) Dent, padre del dinámico Doc Savage (hay quien asegura que también La SombraMaxwell Grant— debe mucho a este autor pulp), Parra lo rehúye completamente.

Cuando finalmente sabemos de qué va la historia estamos en ¡la página 150!, cuando es crucial que esto ocurra, para ganarse al lector y prender su interés, en las dos o tres primeras páginas. Aun Dent recomendaba hacerlo en los primeros párrafos, reuniendo tantos elementos descriptivos como fuese posible.

Parra ha escrito una  distópica novela de guerra de sexos y presunta ciencia ficción. Soslayaremos el auténtico valor del libro, esto es, su pulcra redacción y su vasta información bibliográfica, porque en conjunto son méritos insuficientes para granjearse nuestro afecto. Apreciaremos el argumento, insostenible (a menos que sea en clave paródica, cosa que Parra no escribe), que cuenta cómo dos facciones fanáticas, una machista, otra hembristas, sostienen una contienda (al parecer, mundial, dejando una porción —vagamente descrita— de “indecisos”, que intuyo son quienes prosperan) en la búsqueda de la victoria decisiva.

Su joven autor, Sergio Parra
El relato, a modo de última voluntad, y desde prisión, lo realiza el secundario Isaac Martínez en primera persona. Va desglosándonos qué tontos entresijos llevan al conflicto. Martínez es un cándido, por ser amables, atrapado en una increíble e incongruente conspiración donde lo en principio absurdo acaba siendo mortal realidad.

Por culpa de un ideólogo “populista”, Perfecto Cebrián (arrogante odioso e insufrible vanidoso), que medra gracias al negocio del porno, que Parra parece conocer bastante bien, pues da ciertos detalles de sus mecanismos. De paso, deslizándose por su prosa cuajada de culteranismo, anestesia nuestros sentidos y deseos de leer, según amontona capítulos cargados de naderías e insensateces que orientan la creencia de que Venus Decapitada (título torpe, por ende) surgió para la delectación íntima de este señor, no para nuestro regocijo, lectores que quisiéramos interesarnos por su restante obra.

Ninguna otra editorial, que no fuese la extinta Viaje a Bizancio Ediciones (empresa prometedora que su responsable dejó naufragar merced a las extravagancias que imprimió, salvándose pocos títulos de la quema), hubiese publicado Venus Decapitada. Es obvio que este libro, con tales mimbres, sería un fracaso. Llanamente: es malo. Y sucede que las editoriales subsisten de las ventas. A más éxitos, más tirada. Más títulos, más garantía para los autores de que su trabajo alcanzaría plena difusión. Tranquilidad, pues. El editor, parece ser, jamás entendió esta simple aritmética, centrándose en publicar “títulos difíciles” de amplio repudio. Por tanto: ingresos cero. ¡Adiós, editorial!

Prometedor futuro en esa firma,
parece ser poseía Parra
Y sorprendente, por la aburrida fatuidad de la obra, que Parra, lector de Planeta, haya escrito una novela pedante que iba a ser rehusada por todas las demás editoriales.

Tablas tiene. Instinto para componer una estupenda historia, apunta. Empero, escribe Venus Decapitada. Tediosa larga monserga donde impone su manejo de la gramática y ortografía, nada más, quizás muy convencido de haber sido el “ojito derecho” del editor de Viaje a Bizancio Ediciones y que todas sus “pasadas” literarias encontrarían este feliz regazo para reposar.

También sucede que Parra formaba (formará, imagino, aún) parte de un grupo de escritores jóvenes, más o menos nóveles, donde se respaldan mutuamente. Se leen entre ellos. (Ejemplo es el prólogo que le regala Gabriella Campbell.) Pueden estar más o menos conformes con lo que valoran. Por educación dan el V.B., esperando recibir después igual merced, amén, y eso proporciona una suerte de confianza que les permite ser jueces… y verdugos. Me explico:

Un extremista insinuó que criticar a Parra, joya de ese brillante núcleo de prosistas/poetas que estaba por estallar en un Big Bang de grandiosidad, era ganarse el odio del citado grupo. Y que poseían los suficientes recursos/influencias como para frustrar una carrera incipiente, o con raíces incluso. De ser cierto, inquietante noticia.

Ajá. No podía quejarse. Predilección
Porque ¿quién es Parra para ¡aclamarlo!? ¿Stephen King? ¿Philip José Farmer? ¿Frederick Forshyte? ¿Otra gran firma? Desde aquí, es otro aspirante que pretende alcanzar cima entre las letras pero no tanto por su talento y cuanto cuenta, como por el apoyo enaltecido de un editor extravagante y un grupo de otros como Parra entre los que quizás sí existiera un verdadero genio.

Inquieta que un escritor ascienda, en el proceloso mundo literario y editorial, merced no a su talento, lo que se supone que debe ofrecer al vasto compendio de lectores, sino por la actitud mafiosa de un grupito del cual forma parte y que se dedica a lanzar salvajes e injustificadas descalificaciones gratuitas sobre alguien que, sencillamente, no encuentra excelsior! la obra de este señor. Y Parra es sólo un ejemplo venido a mano de una despreciable práctica.

Y es práctica antigua, lo cual confirma qué mal está la Humanidad. ¿Recomiendo Venus Decapitada? Como potente somnífero, sí. Como lo que se supone que es, jamás.