jueves, 23 de julio de 2015

TRANSFORMERS — MICHAEL BAY

Afiche para encandilar chavales
Tutelado por Steven Spielberg, Michael Bay construye un fastuoso juguete virtual cuyas únicas pretensiones son obtener un taquillazo récord. Lo demás es un aditamento empalagoso, ñoño y estereotipado con regusto a plástico duro. El elenco lo demuestra, excluyendo la prodigiosa obra de ingeniería por computadora que los Transformers resultan ser en sí (muy alejados de los conocidos de la serie de animación de Década 80). Los actores, empezando por Megan Fox, similar a maniquí animado y cincelado con instrumental estético especializado, no son sino sombras de personas que remata la inefable interpretación de John Torturro.

Su desquiciado agente de agencia ultrasecreta, mortales enemigas de Fox Mulder, carga, es pesado, y circula por parámetros que previos actores, jugando a lo mismo, han impostado en la memoria del espectador para su hartazgo.

Pero Transformers, presuntos robots con alma, mero y potente espectáculo de ocio frenético, arroja sin embargo un par de oscuras lecturas que consiguen afear la imagen de Estados Unidos. No sé si sus autores lo han tenido presente, u ocurrido.

En realidad, todo va de que este adolescente
muy crecidito quiere un coche. Los robots
alienígenas, son los teloneros del asunto
Desde el primer fotograma, casi, Bay se esfuerza por mostrar un potente músculo bélico norteamericano que funciona engrasada eficiencia. Panoplia de aviones, blindados, portaaviones… y, sobre todo, excelentes soldados dignos de historieta de Sergeant Fury o Sergeant Rock. Estamos aquí, en el arenoso culo del mundo, luchando por la paz, la libertad y la tarta de manzanas, respaldados por un arsenal que corta el hipo.

Sin pretender imponernos, pese a que este despliegue pueda desprender esa idea.

Esa exhibición “matonesca”, a la que sin duda el Departamento de Defensa estadounidense ha colaborado entusiasmado (“mirad el tamaño de nuestros cojones, rojos y aliados del resto del mundo”), pretende darle al planeta motivos para temer a EE.UU. Te pasas con nosotros, y te arrollamos. (Que luego hayan perdido la guerra contra un puñado de beduinos afganos, es harina de otro costal.)

...porque quiere impresionar a la pava esta. Y
el coche en el idóneo sustituto de su masculinidad.
O complemento, vaya usted a saber
Sin embargo, toda esa quincalla marcial queda absolutamente anulada por el poder de los androides cósmicos. Uno solo barre toda oposición fuertemente encastillada en una de sus bases. ¿Qué mensaje están lanzando Bay/Departamento de Defensa? ¿Que un Transformer tiene tal capacidad de combate que supera muy mucho cuanto poseen, por destructivo que sea, y debemos invertir en armas aún más poderosas? ¿O que, pese a todo, no tienen tanta fuerza como aparentan?

Finalizada la reseña. Porque he hecho un adecuado resumen de la película, afirmando que las actuaciones son de risible cartón piedra metrosexual, los Transformers están hechos de puta madre magistral (acaso un pelín barrocos), el guión parece improvisado, y hay un aspecto sombrío en todo esto que tampoco quita el sueño.

"¡Mátalo tú que me dan miedo!" Todo una película
para mostrarnos el apabullante aparato militar
USA... derrotado por un robot cósmico
He tirado a la vertiente propagandística militarista por darle miga al tema. Acaso es el ángulo decente por el cual debemos enfocar Transformers. Norteamérica ha digerido fatal el 11-S 2001, y es evidente que ante el planeta, y su propia clientela, debe demostrar que no son un artificio de poder sin verdadera sustancia detrás del decorado, sino que hincha los bíceps y se le ponen del tamaño exagerado de Hulk.

Es como un sigul que ejecutan ante otro macho cuando pretenden conquistar a la hembra de la manada. Con esos limpios, laaaargos y elípticos planos, de hombres luchando en la abrasadora arena del desierto, protegiendo la vida de nativos que luego les minan el paso del convoy, Bay se ha puesto en la estela de Lenny Riefensthal, pero en colores USA. Tiene derecho, desde luego.

Este tío te raya vivo. Se carga solito el filme
Mas convendría recordar que estamos ante una evasión a la que se le espera contenido, por mínimo-nimio que sea, en virtud a sus realizadores. Irrita comprobar que todo el drama se limita a un adolescente con más años que un nudo lloriqueando por tener su primer coche, y mostrar esa imagen acomodada y redonda del burgués norteamericano medio que puede derrochar cuanto le venga en gana. El resto del ancho mundo lo paga.

A cambio, nos amparan con la apabullante alharaca de su armamento…, que puede ser empero fácilmente aplastado por un reducido escuadrón de androides cósmicos andante-pensantes mecánico/metálicos.

Eso sí: el aparatoso apartado de SFX que anima a
los Transformers, espléndido
Transformers no está diseñada ni para salvarte el día ni para ser la película de tu vida. Sus motivaciones, muy falsas, responden a impulsos nerviosos extremos que recuerdan el consejo de Stan Lee para dar aspecto vivaz a una plancha de cómic. Bay sabe buscar el encuadre. Pone la cámara allá donde el efecto será más notable. Realza el heroísmo al de las gestas auspiciadas por la Propaganda fascista. Y, además, vende la idea de que sus autores son demócratas. Pero no le pidan nada más. Un instante de profundidad, de introspección, de análisis. De sombras.

Todo es esa apariencia de plástico bruñido que muestran los semblantes de los actores, resplandor capaz de competir con el del metal pulido de los Transformers. Si les abres por dentro, les encontrarás huecos. Pero ¡bien por Bay! Logró el GRAN taquillazo.