domingo, 17 de mayo de 2015

DEAD LIKE ME — BRYAN FULLER

Afiche. La serie desdramatiza (o
intenta) un momento trascendental
de toda vida: su fin
Originalidad (televisiva) consumada con éxito. De nuevo, la muerte, y la Muerte, como trama. Desde el ángulo que, opino, Piers Anthony debió manuscribir On a pale horse. Pero, por mor de su arcaico estilo narrativo, concibió una ampulosa decepción pedante.

Bryan Fuller supo orientar su nave por los meridianos adecuados y, junto a la socarronería que Georgia Lass (Ellen Muth), la adolescente protagonista, encarnaba, llenó las dos temporadas de la serie de una cuidada reflexión de la vida, la muerte, la pérdida, el amor, qué tránsito las ánimas experimentan, golpeadas por los distintos avatares, y el crecimiento, o depresión, que sufren en su viaje existencial.

Es muy recomendable por su fino humor satírico y los cuidados diálogos. Transforman Tan muertos como yo en una deliciosa gema, auténtica rara avis que, por su misma exquisita naturaleza, no logró la continuidad y resonancia que, sin duda, merecía, quedándose en “serie de culto”.

Georgia Lass (Ellen Mut) a punto de descubrir el
más trascendental instante de su existencia. Sí
[Quizás esto fuese, no obstante, buena cosa. Prolongarla igual hacía que esa encomiada (y envidiada) calidad inicial se adulterase y diluyese, cayendo en un abismo de manidos tópicos, zafiedades, aburridas repeticiones estilo CSI.]

Relata Tan muertos como yo las vivencias postmortem de Georgia, víctima de un accidente de carácter cósmico. Imagino que hubo doble intención en matarla así: la de la macabra broma pesada que constituía su deceso y lo “cósmico” del trance.

Georgia queda alistada en un grupo de “aparecidos”, fallecidos que, por inexplicados motivos, aún no ha tenido su tránsito al misterioso y lejano Más Allá. Fantasmas tangibles, tienen rostro distinto al que poseían en vida. Esta brigada arrebata el alma de los que van a morir de forma horrible (aplastados por un piano, ataque de oso, cosas así) antes del deceso, esperando ahorrarle el tremendo trauma al espíritu.

Y compartirá su nueva "vida" con este grupo. Fantasmas
corpóreos condenados por causa extraña a seguir aquí
El “rescatado” permanece unos momentos observando su fin, y reflexiona sobre éste. Sus amargas ironías. Qué pudo ser, y no fue. Sólo queda el lamento, la resignación. Y las “luces” que lo guían al Más Allá.

Este es otro cometido de Georgia, o cualquiera del grupo (RubeMandy Patinkin—, MasonCallum Blue—, RoxyJasmine Guy—, BettyRebecca Gayheart—, DaisyLaura Harris—) al que está asignada. Esas “luces” sugieren ser la recreación de lo que el muerto estima es el Cielo. Paraíso customizado. A la carta. Distinto a ese enorme y único parque apacible, según lo describen muchas mitologías y religiones.

Mediante el trazo de los participantes de la serie, los autores de los libretos examinan agudamente nuestra Sociedad y qué valores crea, qué estructuras filosóficas y morales nos someten o moldean, evitando liberarnos, pese a prometer hacerlo.

Rube (Mandy Patinkin), el líder-gurú del grupo, va a
descubrir qué duro es lidiar con la obstinación de Georgia
Georgia reniega de su condición de aparecida con empleo en una agencia de trabajo temporal (pretexto para construir el análisis de nuestro entorno), según espera sus luces. Considera enormemente injusta su muerte, tan joven. No entiende el mecanismo de la Vida, ni aún menos, el de la Muerte, pero decide combatir este atropello.

Fuller concibe la Creación cuan enorme administración con distintos y detallados departamentos que se ocupan, rigurosamente, de nosotros. Su funcionamiento se nos escapa, aunque no sucede al revés. Georgia, Rube, Mason, Roxy, Daisy, incluso los monstruosos Gravelins que originan los aparatosos accidentes mortales, son funcionarios que, pese a su especial ubicación en el gigantesco esquema de las cosas, no atisban más allá de éste que cualquiera de nosotros. Todo sucede por algo. Resígnate.

Desde las alturas se supone que todo causa menos
impresión. Aun los decesos
La Muerte es tema controvertido. Nos aterra (pienso que, en realidad, por ignorar qué nos espera luego) y la odiamos. Pero es inevitable tránsito, y alivio inexpresable para quienes sufren horriblemente. Supongo que eso compensa las cosas.

Y Fuller y Cía. esperan mostrarnos la Parca como un ente amable aunque víctima de mala prensa. Inexorable burócrata, no tiene favoritos y a nadie condona un segundo extra de vida. Sólo parece tener cierta tolerancia con estos agentes suyos que facilitan el paso de la existencia a la muerte con suave gesto.

Para sobrellevar esta condición especial, Rube, el más veterano, condenado a un proceso de espera mayor por actos que cometió en vida, asume su singular labor como una pausa indefinida que piensa aprovechar gozando de sus pequeños placeres (la Vida se resume a eso: pequeños placeres que emocionan, o conmueven; los grandes hitos, las fortunas masivas, por envidiables que sean, poco reportan en el fondo). Y desea que Georgia replique su filosofía. O acabará mal.

Este grupo tiene también su "deathcueva"; punto
de reunión, debaten su situación y mil cosas más
Georgia termina haciéndolo, a modo, aunque su frustración y enojo por su “prematura” muerte mantienen viva su rebeldía. Empero descubre algo que pocos tienen la suerte de vislumbrar en vida: la malgastó, se trabó en peleas y discusiones familiares estériles. Ahora que los ha perdido, los ama como nunca. A su alcance, pero intocables.

Es la moraleja de Tan muertos como yo: ámalos. Inesperadamente, puedes perderlos. Y no regresan. La vida no es eterna; lo aparenta. Caduca de golpe.