Dentro de su cráneo, la panacea universal de la agotada Tierra |
Para construir este reflexivo drama
social futurista sobre la inmigración, clandestina además, Neill Blomkamp parece volver a inspirarse en el manga Gunnm (Alita,
Ángel De Combate) de Kishiro
Yukito. También Distrito 9 estaba impregnado de elementos de esas viñetas.
Afortunadamente, Blomkamp lo ha hecho con gran calidad, cuan respetuoso homenaje.
En cierto modo, sus películas sobre el triste y tenebroso Patio de los Desperdicios son mejor adaptación que el filme de
animación japonés realizado sobre Alita.
Pero no sólo Oriente aporta influencias.
Otra sólida vértebra es Hardwired, de Walter
Jon Williams; aun refiere Un fantasma recorre Texas, de Frizt Leiber. Hay más, no obstante; un
copioso festín de detalles de riqueza imaginativa y visual, ofrecidos con
espectacularidad.
…y esa inquietante analogía entre Max Da Costa (Matt Damon) y Jesucristo,
por mor de su vigoroso exoesqueleto, cruz a la que lo atornillan salvajemente…
Pero estas referencias destacan, esto es,
para quien las conoce, brindándole mayor solaz al visionar la cinta. El
espectador medio contempla una desoladora parábola del Mañana-Mañana, donde la
inmigración ilegal emplea raudas naves destinadas al Edén HI/TECH orbital: Elysium, cuyo espectral fulgor plateado
en el alto cielo, entre todos los áridos vientos contaminados, embruja a una
población… ¿cuartomundista?
El sueño inalcanzable para toda la depauperada Humanidad |
Y la transitoriedad del poder: esta
población reside en Los Ángeles, California, Estados Unidos. (Donde no vemos ni
el cartel de Hollywood ni las orillas del Blanco Pacífico, por cierto.) El
poderoso titán del presente ha caído, y entre los escombros de sus huesos pulula
una población a caballo de la radical miseria de las favelas y la HI/TECH de los intransigentes androides-policías.
Si EE.UU. está así, ¿cómo vivirán en los
actuales países del Tercer Mundo? Al planeta lo socavan condiciones climáticas
extremas; quizás lugares como los USA aguanten mejor merced a su pasado
poderío, pero ¿Mali? El Sahara, ¿inunda África? ¿Ha traspasado los Pirineos?
Especulaciones que activan una mente
fértil y con ánimo de estamparlas en un relato. Hipótesis como la que intenta Blomkamp
plasmar impregnándola de mensaje social, empleando sugerentes recursos visuales
y de acción envueltos en titanio de alta resistencia capaz de soportar la
masacre de las críticas adversas, o superficiales.
El cuartomundista Los Ángeles. ¿Cuánto tardarán nuestras ciudades del primer mundo en verse así? |
Plantea cavilación el deprimido Los
Ángeles spanglish de Da Costa, exconvicto
decidido a no reincidir (pese a las tentaciones), que termina siendo el
taumaturgo universal de un populux hambriento de medicación restauradora. La ciudad,
¿quedó así de agotada por desgaste de siglos, o por invasión desde el Sur, acosados
por distintas calamidades que les empujaron al Norte?
Elysium nos evoca esas imágenes que continuamente
surten los telediarios, las de inmigrantes ilegales asaltando nuestras fronteras,
convencidos de estar llegando a su Elysium.
Y ¿qué hacen, ya aquí? Los ecosistemas, planteados de modo riguroso, contienen
finita cantidad de recursos. Si los sobrepoblamos, ¿qué ocurre?
La enérgica Delacourt impedirá, como sea, que Elysium se degrade como la Tierra |
Se agotan. Todo se empobrece. La calidad
de vida, mengua. Y no gusta nada, a quienes gozaron de privilegios, perderlos.
Esto expone Jodie Foster en su
interpretación de Delacourt. Ha
visto más allá del esplendor centrífugo de Elysium y sus mansiones de tinte
californiano, obsesionándose con que el agraciado paraíso tiene caducidad y
limitaciones, e impedirá, como sea, su degradación.
Dibujan su actitud con cruel egoísmo.
Necesitamos un cerebro frío y despiadado tras el músculo brutal de Kruger (Sharlto Copley), que acaba expresando sus propias ideas
presidencialistas. Pero es la actitud de alguien con visión y control de sus
existencias. Encomendado perpetuarlas, si hay cien unidades indispensables,
imposible repartirlas.
Y Kruger es una de esas formas de conseguirlo. Max Da Costa tiene otra opinión al respecto |
Lo ético, por supuesto, en el
planteamiento sanitario que ofrece Elysium:
enviar las naves hospital-robot a la Tierra y curar a los enfermos. Pero Delacourt
sólo ve que una ingente masa quiere abordar un favorecido islote de
privilegiados con recursos finitos, quizás irreemplazables. Al final, el
egoísmo conquistó todo su corazón.
Blomkamp intenta explicar que la solución
no pasa por abrir indiscriminadamente las fronteras. El pensamiento cosmopolita
será muy hermoso y paritario y todo eso, pero altas murallas hacen buenos
vecinos. Esta es la clave: buenos vecinos.
Blomkamp traslada las naves hospital a la Tierra como analogía de que el
problema de la inmigración ilegal se soluciona desarrollando sus países origen,
donde luchen por mejorarlos, en vez de vagabundear por el Elysium europeo,
brindando argumentos a la radicalización xenófoba y los skinheads.
Y conviene concienciar a los ilegales de
que aquí hay un presupuesto y que, de la nada, no surgen las cosas. Si
sobrecargan Europa, su Elysium, sólo trasladarán aquí su pobreza (no lo
permitiremos; está en la naturaleza humana), y ¿a dónde iremos ahora?
Un destello de esperanza de redención en forma de naves robots hospital. ¿En la vida real sucederá así? |
Astutamente, Blomkamp ha empotrado todo
esto junto al poderoso espectáculo del wrestling
de los exoesqueletos, mas dejando destacado el mensaje: mejor empleáis vuestras
vidas en levantar vuestros países, y que Occidente ceda un tanto de su riqueza
para luego, allí, no verla mermada por oleadas de ilegales, que a posteriori, sólo aportarán más
desestabilización que ayuda. Pero ¿le harán caso? Lo dudo.